El Demonio

 

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- Como decía el ilustre reverendo Increase Mather, que el Señor lo tenga en gloria: “Las bebidas son grandes creaciones de Dios, y tienen que ser acogidas con gratitud, sin embargo el abuso de las mismas proviene de Satanás. El vino y los licores son dones de Dios, ¡pero el borrachín es obra de Satanás!”
El predicador estaba vestido de negro, como siempre, y hablaba con su habitual tono estridente. Terminaba cada frase con una especie de aullido, parecido al quejido de un perro que se le pisa la cola. Por eso algunos, irónicamente, le decían “Farm Dog”. Mucho más fácil para recordar que su verdadero nombre: era el destino del pastor Athanasius Westbourne, desde que era un muchacho.
- Resguardaos del Demonio que se introduce a escondidas en el ron para haceros desfallecer. Bebed con moderación, ¡para que Satanás no acabe por chapotearos en el estómago!
Pocos lo escuchaban. La borrachera era lo habitual en la zona del puerto, y nadie lo consideraba un problema grave. El ron, ¡acabáramos! Se decía que en las colonias cada súbdito bebía tres galones anuales. Incluso los abstemios: había quienes bebían su parte por ellos y también más.
De todos modos, el verdadero motivo por el cual la prédica chocaba con oídos sordos era que en Boston, en ese momento, existían otras preocupaciones.
- Que el ron de nuestras destilerías, orgullo de la colonia de Massachussetts, ¡no se convierta en vehículo de impiedades! Que la caña de azúcar de Barbados y las Vírgenes no se convierta...
- Oye viejo, ¿de qué hablas? - gritó un joven robusto - Caña de azúcar, Barbados, Islas Vírgenes... ¿No sabes que han bloqueado el puerto? Lo ha decidido el Parlamento. Aquí, en Boston, de ahora en adelante, ¿de dónde sacas melaza para hacer ron?!!
- Es cierto, -interviene otro- dentro de poco beberemos sólo alcohol de patatas.
- Mientras haya patatas -remató el tercero.
- ¡Pero si las patatas no vienen de Barbados, y tampoco el centeno! La Marina cerró el puerto, pero no el Neck.
- Sí, pero el whisky o el aguardiente tendrás que hacerlos en tu casa. Sin melaza, las destilerías cierran.
- Tienes razón, es el ron lo que las mantiene abiertas.
- ¡Y qué ron! Lo exportamos a las trece colonias. Para relamerse.
- Delroy, ¡jodido beodo! Tú no cuentas: ¡me lamerías los trece pelos que tengo en el culo si te dijera que me lo lavo con grog!
Por un instante, groserías y risas diluyeron las preocupaciones. La noticia recién había llegado a Londres, por eso “Farm Dog” no sabía nada. Claro, la arenga ya era irrelevante: ante semejante decreto, los problemas de borrachera pasaban a un segundo plano, lugar que siempre ocuparon.
El Boston Port Act era la respuesta al Tea Party de pocos meses atrás. Acto de heroica rebelión según algunos, intolerancia camuflada para otros, la acción de los Hijos de la Libertad - para colmo ataviados como indios - había fastidiado bastante al Parlamento y a la Compañía de las Indias. ¿Qué pretendían esos fanáticos? Arrojar al mar una carga de buen té era un desafío inaudito. Entonces, bloqueo total del comercio, hasta que la ciudad no haya resarcido al Erario y a la Compañía por los daños.
- ¡Siempre he dicho que las cosas acabarían así! ¡Caterva de insensatos!
- Cállate, esclavo, por lo menos los Hijos de la Libertad han hecho algo. Siempre os lamentáis por los gravámenes, ¡y después muy cruzados de brazos!
- Oíd, ha hablado la voz de la protesta. ¡Que tú ni siquiera estabas en la ciudad en diciembre!
- Pues para mí, los impuestos son injustos, pero es necesario encontrar soluciones más adecuadas porque...
Para ser justos con la concurrencia, ha de decirse que esa mañana no se llegó a mayores. Era un agradable día de inicios de mayo, el cielo era de un azul inédito tras un invierno y un abril lluvioso. Corría el año 1774, el acta del Parlamento era realmente intolerable (y así le decían en las casas y en las calles) pero sin dudas se encontraría una solución. Respecto al futuro no valía la pena hacerse mala sangre. Y así los presentes, incluyendo al predicador, fueron a la taberna más cercana, para reconfortarse con ese licor aromático y dulzón, fermentado con melaza o zumo de caña, procedente del Caribe y destilado en alambiques donde a veces,

a la chita callando,

se introducía

el Demonio.

¡Salud!

05 February 2007

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El Demonio

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