Cuando los indios crearon el punk dos siglos atrás

Artículo de Marco Philopat publicado en la revista XL, nº 20, abril de 2007
¿Los primeros jóvenes con cresta? Aparecen en Londres en 1776, copiando a los nativos americanos. Está en Manituana, el nuevo libro de los escritores del colectivo boloñés que casi ha vuelto loco a Philopat

Cuando terminé de leer Manituana quería cortarme el pelo estilo mohicano, como en los viejos tiempos. Ambientada a comienzos de la revolución que dio origen a América, Manituana es una historia del lado equivocado de la historia, es decir, el de los indios. Publicada hace pocos días, la última obra colectiva del clan literario, taller artesanal de escritura, proyecto cultural y político de los Wu Ming, los “ningún nombre” en chino mandarín, me ha provocado el mismo efecto que me produjeron los primeros punk de Portobello a fines de los años setenta.
“¡Quiero volver a cortarme el pelo a lo mohicano!”, decía a todo aquel que veía. “¿Estás loco, Philopat? ¡Ya no tienes edad para esas cosas!”. “Lee la última de los Wu Ming y entenderás”, les respondía. Es cierto, soy un tipo de entusiasmos superficiales y esta novela, ambientada en tierra de las Seis Naciones Iroquesas, tal vez me ha implicado más de lo debido. Thayendanegea Joseph Brant, jefe guerrero de los Mohawk, personaje que realmente existió y que fue recibido en Londres por el rey de Inglaterra en 1776, es el protagonista principal junto a su hermana, una mujer con poderes chamánicos. Será ella quien sueñe la vía de fuga a Canadá, al Jardín del Gran Espíritu: Manituana, donde tu mirada encuentra “agua, árboles, tierra y luz por doquier”. Impecable desde el punto de vista histórico, el libro ofrece varios puntos de reflexión comprendiendo la actualidad, y la estructura narrativa recuerda aquellos libros de aventura sobre indios que leía cuando era adolescente. Cada vez que aparece Ronaterihonte Philip Lacroix, apodado “Le Grand Diable” por la bravura y la ferocidad de sus combates, la lectura de las páginas corre veloz como un tomahawk arrojado para destrozar el cráneo del enemigo, aunque han sido los émulos londinenses de los Mohawk los que me han volado la cabeza. En Manituana, cuando la delegación de las Seis Naciones llega a Inglaterra, los autores detallan una banda callejera paralegal que con arcos y flechas aterroriza la oronda y opulenta Londres del siglo XVIII: los Mohock, pelagatos que se pintan las cabelleras y lanzan su grito de guerra. Pero entonces las tribus metropolitanas y los punks son sus descendientes, pensaba en mi delirio. ¡Tal vez detrás de la sigla Wu Ming se esconden los 5 representantes de la nueva nación iroquesa! A pesar de haber insistido, no he logrado que me hagan el corte mohicano, ni en casa, ni en la oficina y mucho menos en mi bar favorito... Estaba desesperado, ¿cómo frenar mis ansias de una gran alianza indígena? He cogido el tren y he ido a ver a los Wu Ming para proponerme como representante de la sexta tribu... Han venido a buscarme a la estación. Primero me llevaron a una sombría buhardilla, luego a un bar donde campeaba la ambigua publicidad de “O così o pomì”* Comencé a plantearme si todo ese montaje habría sido llevado a cabo para evitar hablar de los indios Mohock. No podía ponerme en evidencia proponiendo de buenas a primeras la unión tribal, así que empezamos a hablar de Manituana. Me explicaron el concepto de reconstrucción lógica de un episodio histórico, su lenta transformación en novela y el motivo por el que eligieron ese escenario en particular. “El territorio de los Mohawk lindaba con lo que en esa época era Nueva York, las relaciones entre nativos y colonos desarrollaron el embrión de una sociedad multicultural. Hemos partido de esta reflexión, preguntándonos cómo pensaban los Mohawk en el período que precede a la revolución, en el momento en que los protagonistas de la novela se enfrentaron a decisiones muy difíciles”. Me han hablado de su obsesivo trabajo de modelado del texto, después de las investigaciones, que han durado meses y meses, en un montón de documentos de archivo, películas y libros. “La mayor parte de las obras consultadas han sido publicadas en los últimos 4 ó 5 años. También nos ha sorprendido a nosotros. Es como si los americanos, después del once de septiembre, hubieran comenzado a interrogarse sobre sus propios orígenes de propensión a la guerra, sobre los precedentes del ‘choque de civilizaciones’ y el consecuente exterminio de pueblos enteros. La Nación Iroquesa es muy diferente a los indios Sioux o Cheyenne de la segunda mitad del siglo XIX, sobre los cuales abundan literatura y filmografía. Por ejemplo, los caballos, la caza del bisonte y ciertas prácticas autodestructivas estaban completamente ausentes. Las Seis Naciones tenían una forma constitucional muy avanzada, tanto que la americana se ha inspirado mucho en ella. Y todo esto inmediatamente después de la orden del general Washington, ese grito ‘civilización o muerte’ que hizo tabula rasa de cada poblado iroqués.” Entonces los Wu Ming emprendieron la puntualizada descripción de la sociedad nativa. “Dentro del clan tenían una organización de tipo matriarcal, además estaban las reuniones donde los sachem y los ancianos contaban mucho, y la palabra de los jefes guerreros era importante sólo si había una batalla en curso, de otro modo su voto valía tanto como el de cualquier otro. Además habían desarrollado una gran capacidad de acogida para los mestizos y sujetos de otras razas, que incluso habrían podido convertirse en jefes guerreros.” Dado que se estaban extendiendo demasiado y me urgía introducir el discurso de mi sagrada afiliación he reclamado: ¿y los Mohock, los indios metropolitanos que querían unirse a las Seis Naciones? “Nos hemos inspirado en un hecho real narrado por Jonathan Swift, también lo tratamos en un relato paralelo que se puede descargar en nuestro sitio (manituana.com).” No se soltaban y tuve que insistir. ¿Pero no hay una relación directa con los punk? Como si las generaciones hubieran transmitido ese gen rebelde, un río subterráneo que aflora de vez en cuando a lo largo de los decenios y los siglos... “¡Bah! Algo remoto... Los punk nacieron en Londres en 1976, exactamente dos siglos después. De hecho, una casualidad que podría hacer pensar en algún tipo de conexión astral. También están los grupos musicales como los Flux of Pink Indians y los Chumbawamba que se han inspirado en el imaginario indígena. Pero nada más. Los pocos Mohawk que pudieron sobrevivir al exterminio se refugiarán en Canadá... Y lo que sucederá, lo escribiremos en las próximas novelas”. A ese punto habían demolido mis argumentos y de nada valía mi alusión a los sans-culotte, carbonarios, scamiciati, equilibristas del Empire State Building, y más tarde Arditi del popolo, partisanos e indios metropolitanos. Nada... Nos despedimos camino a la estación. De regreso en el vagón he pensado sobre mis alucinaciones post-lectura... Vale, no me he cortado el pelo a lo mohicano ni he firmado ninguna alianza, pero he podido conocer mejor a unos amigos que hacía tiempo que observaba atentamente. Q, publicado cuando todavía se llamaban Luther Blissett, 54 y Asce di guerra han sido libros que he devorado y que me han ayudado a colmar mis lagunas históricas. Juntos desde hace casi 15 años, los Wu Ming se desvelan para sacarnos de la ignorancia, llevando a cabo un proyecto único e inestimable, siempre del lado de los desheredados, de los pobres y de los perdedores. Un proyecto totalmente dedicado al gran pueblo de la Nación de los Lectores no conformistas, que esta vez algo real, y no salido de mis alocadas ocurrencias.

* Se refiere al lema de una publicidad de fines de los años ochenta de la marca Pomì (tomates para salsa), que ha sido incorporada al lenguaje coloquial cotidiano y significa “o así o nada”.

11.04.07 · en recensioni

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